


El olivo se ha reverenciado en Europa desde la antigüedad. Aristóteles escribió en la Constitución Ateniense:
“Si alguien derriba o corta un olivo ya sea privado o público, será llevado a los Tribunales, será declarado culpable y condenado a la muerte.”
Durante miles de años los agricultores han cultivado y desarrollado cientos de variedades de olivos y los han adaptado a diferentes condiciones ambientales y terrenos para lograr una producción deliciosa.
